Ningún hombre puede escapar a su condición, Elenita, ninguno.
Mejor que lo aprendas desde ya, cielo. Así sufrirás menos. No hay demasiada diferencia entre un hombre y una rata. Tal vez te cueste creerlo en un principio, porque ellos, los muy ladinos, saben disimularlo. Nada más te conviertas en la hermosa muchachita que tus rasgos prometen te asediarán ejércitos de ellos, ocultando su naturaleza de sabandijas bajo sonrisas baratas y regalos caros. Pero una vez obtengan lo que quieren, comprobarás cómo los más se abandonarán a la inercia, y los menos ni se molestarán en seguir con la farsa aunque sea cansinamente, sino que se arrancarán la máscara y se mostrarán ante ti sin truco ni cartón, egoístas, insensibles, pero sobre todo infieles.
El menor espectáculo del mundo ("El valiente anestesista"). Félix J.
Palma
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