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lunes, 8 de octubre de 2012

MACHISMO (2)


Si hubiera una tía buena y disponible esperando en lo alto del Monte Everest o en la Luna, ya tendríamos construido un ascensor de alta velocidad. Vuelos espaciales de cercanías cada diez minutos.
         Snuff. Chuck Palahniuk

– Hum... Hija mía, aunque se trata de cosas de las que no se habla habitualmente, no tengo más remedio que ponerte al corriente. Como tú sabes, nos casamos para fundar una familia, para tener hijos: ése es el más sagrado deber del matrimonio. Hay que hacer un esfuerzo, sobre todo nosotras, las mujeres. Tú no sabes todavía que los hombres son, al principio, un poco duros de soportar, pero tendrás que ser dócil, sumisa. ¡El ideal es quedar embarazada lo antes posible y tener en primer lugar un hijo varón.
(...)
– ¿Me escuchas, hija mía? Todas hemos pasado por eso, es nuestro destino común. En ese momento, no te muestres sorprendida. ¡Y nada de tonterías que puedan hacer de ti el hazmerreír de toda la comarca!
         El sorgo rojo. Ya Ding

Ésa es la clave del arte conyugal que permite preservar la solidez de nuestras familias desde hace miles de años: nunca hagáis preguntas incómodas. Jamás preguntéis a un hombre de dónde viene ni qué ha hecho. Jamás. Limitaos a constatar el hecho en forma de pregunta, mostrando, no sólo vuestra solicitud hacia él, sino también que su vuelta a casa es una especie de maravilloso milagro que no acabáis de creeros. Embargadas por la emoción, apenas os quedan fuerzas para constatar, con la punta de los labios, un hecho a tal punto maravilloso.
         El complejo de Di. Dai Sijie

Dice el proverbio árabe, «hay tres cosas insaciables: el desierto, la sepultura y la vulva de la mujer».
         ¿Por qué son saladas, las lágrimas? Jürgen Brater

Las mujeres y el mundo.
¡Qué difícil correspondencia se establece entre las mujeres y el mundo!
El mundo no quiere a las mujeres, pese a lo mucho que las necesita. La religión, la economía, la superstición... Todo juega en contra de las mujeres. Débiles, costosas, peligrosas. ¿Qué hacer con ellas? Matarlas es una opción barata. Esclavizarlas al menos rentabiliza su inútil existencia.
         El hombre del corazón negro. Ángela Vallvey
 

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