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martes, 24 de mayo de 2011

AMANTES


Lo de los novios o amantes postmatrimoniales está muy extendido, y no es siempre por exhibicionismo o vanidad, porque muchos de ellos no están en la cama servidos o bien servidos, pero les compensan otras cosas que, al casarse, van desapareciendo, porque la vida, el trabajo, lo imprevisible, piden más atención, son más fuertes que el sueño que nos llevó a la vicaría o al matrimonio civil. A los novios, a los amantes, les compensa echarse de menos entre sí, vivir por separado, verse con ilusión y, a veces, a escondidas, y que los besos, las conversaciones a gusto, las confidencias, el afán de agradarse el uno al otro, la huida impensada a un restaurante o a ver una película en un rincón oscuro, la nota rápidamente escrita para verse o la carta en la que palpita todavía el papel, la cita fugaz en una esquina, el sentimiento de tristeza por la impiedad del reloj, la ausencia de costumbre, de amontonamiento y rutina, la risa o la sonrisa de los años juveniles no pierdan protagonismo nunca.
         Antes del futuro imperfecto ("Carta de un encuentro"). Medardo Fraile

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